“No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuanto has cambiado tú.” – Nelson Mandela
Totalmente de acuerdo, pero hagamos un poco de reflexión, el cambio no necesariamente es para bien en muchos casos. Si bien en cierto y lo digo por experiencia propia, muchos nos hemos ido en diferentes estados de ánimo, a veces muy emocionados esperando llegar a ese lugar que tanto deseamos conocer, a veces tristes y viajamos esperar olvidar algo que pasó o simplemente nos vamos sin emoción alguna, ¿eso pasa? ¡claro! Por raro que parezca también hay a quienes no les gusta viajar.

Todos hemos leído artículos o visto videos que nos despiertan ese viajero que llevamos dentro, y cuando volvemos en efecto regresamos siendo otros, dependiendo de la experiencia vivida podemos volver siendo más espirituales, o más pasivos, quizá desconfiados o más conocedores, o simplemente más felices, podemos valorar el trabajo que hicimos ahorrando y las complicaciones vividas para poder tomarnos ese tiempo y dedicarlo solo a nosotros, o podemos ser muy agradecidos con nuestros padres si ellos costearon tu viaje.

Tristemente también hay quien no tuvo que hacer nada más que subir a un avión y esperar que todo simplemente pasara, viajar con la idea de traer cosas que compraste en aquel lugar y presumirlas, junto con tus fotos cuya única finalidad es demostrar que estuviste en determinado lugar, regresas inalcanzable y hasta más elitista. Quizá esto sea un fenómeno que se este dando por la “facilidad” que ahora tenemos para movernos de un lugar a otro, esa persona que su arrogancia impide realmente la conexión con otras culturas, evita el choque cultural y te bloque esa capacidad de asombro, ya no regresas a compartir tu experiencia sino a echarle en cara a los demás que tu puedes y ellos no…

Que no te pase esto, debes estar atento porque podría pasarte sin darte cuenta, es totalmente cierto que esa persona que no lee, no aprende cosas nuevas y no viaja está muriendo lentamente, pero para estas tres cosas es importante estar totalmente sensible a la vida y lo que te rodea porque solo entonces en ese momento el viaje podrá cambiarte de manera positiva y aprenderás a coleccionar esos momentos que valen la pena, que te harán mejor persona, que recordarás hasta tu vejez y que contarás mientras inspiras a otros a querer vivir aquello que te llenó tu existir de pasión. Entonces si… ¡Viaja más!
Responder